Control de frenos, cambio de pastillas y más con los especialistas Driver

También este sistema de frenos ha sido modificado y mejorado con el paso del tiempo, evolucionando hasta los modernos sistemas con freno a disco, en los que la pinza efectúa la presión sobre un disco de metal o de una aleación particularmente resistente

Todos los coches, ya sean de época o modernos, necesitan un dispositivo capaz de reducir la energía cinética proporcionada por la velocidad deteniendo el motor en el menor tiempo posible y con la máxima seguridad. En pocas palabras, hablamos ni más ni menos que de... ¡frenos!

Desde los comienzos de la historia automovilística, los coches fueron equipados con sistemas de frenado de distintos tipos que, de un modo más o menos complejo, garantizaran la detención del vehículo. Con el aumento de la potencia del motor y de las velocidades máximas alcanzables, los sistemas de frenado se han modificado y perfeccionado hasta llegar a los modernos mecanismos de frenos. 

Por lo general, el sistema de frenado de un vehículo puede ser de dos tipos diferentes: hidráulico o mecánico. 

El sistema de frenado hidráulico está compuesto por dos circuitos separados. Cada circuito está dispuesto diagonalmente respecto al vehículo (el freno delantero izquierdo está conectado al freno trasero derecho, etc.). En caso de que un circuito deje de funcionar normalmente, la acción de frenado sobre las otras dos ruedas permanece inalterada. 

Finalmente, los frenos que se activan por sistema mecánico funcionan a partir de la activación de una palanca o de un instrumento específico que activa directamente el sistema de detención. 

También los frenos pueden ser de distinto tipo, pero los principales son: a tambor o a disco. Al comienzo de la historia automovilística, la mayor parte de los frenos eran a tambor, por ser de una fabricación más sencilla pero, por el tipo de sistema de funcionamiento, también de un mayor efecto de desgaste en los componentes del coche. Efectivamente, el freno a tambor está compuesto por un cilindro rodante (denominado, justamente, tambor), que gira en el mismo sentido del componente que se debe frenar y de uno o dos elementos (denominados cepos y compuestos por materiales que se someten a un fuerte roce) apropiados para detener el movimiento del vehículo.

También este sistema de frenos ha sido modificado y mejorado con el paso del tiempo, evolucionando hasta los modernos sistemas con freno a disco, en los que la pinza efectúa la presión sobre un disco de metal o de una aleación particularmente resistente, provocando la detención del vehículo. La mayoría de los vehículos modernos poseen sistemas de frenado a líquido con frenos de disco ya que, en este tipo de circuitos, el mantenimiento es muy simple con respecto a otros sistemas y es menos desgastante para el vehículo mismo, ya que es suficiente tener bajo control el estado del líquido para frenos y de las pastillas. 

El líquido más indicado para el sistema de frenado es un líquido que ofrezca notables ventajas, entre ellas, una elevada resistencia a los cambios de temperatura (que reduce el riesgo de anomalías de funcionamiento del sistema de frenado). 

De hecho, especialmente cuando están muy exigidos, existe el riesgo de que el líquido de frenos se recaliente modificando su densidad y haciendo que el sistema responda de manera diferente, incidiendo, incluso de manera considerable, en el rendimiento del vehículo. 

Existen muchos tipos de líquidos que indican la resistencia a la temperatura o su densidad. Así, cuanto mayor es la densidad del líquido, más fuerte será el frenado. 

Como todos los componentes "activos" de un vehículo, los frenos están particularmente sometidos a desgaste. Por lo tanto, requieren de un mantenimiento periódico y constante en talleres especializados. 

Las operaciones que se deben efectuar para garantizar el correcto funcionamiento del sistema de frenado son muchas, pero la principal es la verificación constante del líquido del circuito. 

Es muy importante realizar el control del líquido de frenos. En efecto, el líquido ejerce presión sobre la pinza haciendo que se cierre sobre el disco; es necesario, por lo tanto, que la cantidad de líquido esté siempre entre los valores mínimos y máximos indicados sobre el depósito para garantizar la presión adecuado y, en consecuencia, una correcta frenada. Si no fuera así, es necesario dirigirse a un profesional para verificar una posible pérdida en el circuito. 

Nunca se deben mezclar líquidos diferentes ya que comprometerían la precisión y la seguridad del sistema de frenado mismo.

Otra operación habitual de mantenimiento consiste en controlar el estado de desgaste de las pastillas. Se debe prestar mucha atención, ya que si las pastillas se sustituyen con retraso, será necesario proceder a la sustitución también del disco. Este debe tener la característica de estar siempre liso para garantizar un desgaste regular de las pastillas y una frenada homogénea y constante, pero si, por cualquier motivo, se ha demorado en la sustitución de las pastillas es posible que se haya rayado por el engargolado de las pastillas o de otros componentes rígidos. 

Además, es necesario verificar el buen estado de los tubos y de las junturas que componen el circuito de frenos. Generalmente, los tubos se realizan de dos modos: o con materiales rígidos (y no necesitan de un particular mantenimiento) o con materiales flexibles reforzados (por ejemplo, los tubos trenzados o los tubos de goma a los cuales se les crea alrededor una estructura de refuerzo de acero para evitar su dilatación con el aumento de la temperatura o de la presión). 

De las juntas del circuito hidráulico es importante verificar que no tengan pérdidas y que estén bien fuertes en sus propios engargolados, ya que si están desgastadas pueden provocar pérdidas de líquido y comprometer el rendimiento y la calidad de la frenada. 

Se debe saber que, según el tipo de líquido utilizado para los frenos del propio vehículo, cambian los tiempos dentro de los cuales es necesario proceder a su sustitución. Hay muchos tipos de líquido y de naturaleza diferente: para un tipo de aceite normal DOT 4 (el que se utiliza principalmente en los vehículos en circulación), se aconseja realizar la sustitución después de 45/50 mil km o de 2 años; en cambio, para los aceites de mayor rendimiento, como por ejemplo, el de tipo DOT 5.1, se aconseja la sustitución cada 6 meses. 

Para garantizar una buena frenada, existen otros elementos para tener en consideración, además del sistema de frenado, los neumáticos y los amortiguadores. 

Cuando se frena para reducir la velocidad del vehículo, la energía cinética acumulada se libera de manera progresiva en el suelo. El neumático directamente en contacto con el suelo, junto a los amortiguadores, que contribuye principalmente a reducir el espacio de frenada, lo que garantiza la estabilidad del vehículo evitando deslizamientos y derrapes descontrolados.

Cuando se pisa el pedal del freno, todos los vehículos modernos distribuyen la fuerza de frenado subdividiéndola entre las ruedas delanteras y las traseras. Generalmente, la mayor parte de la frenada termina en las ruedas delanteras. Por eso, es importante verificar en los Driver Center que todos los elementos que influyen la frenada estén en buen estado, para evitar que haya un desequilibrio de la frenada en las ruedas, provocando deslizamientos o pérdidas de adherencia. 

Para estar seguros de que su coche o su moto estén siempre en perfectas condiciones, desde Driver aconsejamos controlar tanto el nivel del líquido de frenos como en general su coche en el momento de la inspección periódica. En esta ocasión, es posible de una sola vez controlar todos los elementos que se desgastan de su coche, desde las bujías hasta los filtros de aire, desde los niveles de los líquidos de enfriamiento al nivel del líquido del circuito de frenado además de accesorios como las escobillas de los limpiaparabrisas o el control de los cables de la fricción o de las luces y del sistema de iluminación. 

Un problema crítico que puede resultar muy peligroso en relación con el circuito de frenos se advierte cuando se encuentran junto al líquido del sistema de frenado otros líquidos de diferente tipo, como por ejemplo, el agua o burbujas de aire. 

Estas sustancias, al tener una consistencia diferente del resto del líquido de enfriamiento, corren el riesgo de influir negativamente el rendimiento de todo el sistema de frenado; reducen, a menudo de golpe, la presión ejercido sobre la rueda o sobre el disco, prolongando los espacios de frenada, o peor aún, no frenando en absoluto. Los mecánicos Driver están preparados para controlar si un coche posee las señales de un problema similar y pueden realizar lo que se llama "la purga del sistema de frenado”. 

La purga consiste, a través del rellenado y la activación de la instalación de frenado en las modalidades correctas, en la eliminación de posibles burbujas de agua o de otros líquidos dentro del circuito de frenos, dejando solo el líquido correcto. 

Reserve en línea el control del sistema de frenado de su vehículo en el Driver Center más cercano a usted y continúe su viaje con total seguridad.